EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
EL AKÁTHISTOS
HIMNO DE ALABANZA
A LA SANTÍSIMA MADRE DE DIOS
(Para ser rezado de pie)
PREFACIO
La Comunidad Ortodoxa Antioquena de Argentina, desde hace muchos años tenía
necesidad de disponer -en castellano- del oficio completo del “AKÁTHISTOS” (el bellísi-
mo himno de alabanza a la Santísima Madre de Dios, Para ser rezado de pie). Hoy, y
por primera vez, nuestros fieles podrán seguirlo fácilmente, en un solo texto, completo y
con todas sus variaciones, los cinco viernes de la Gran Santa Cuaresma.
Esta obra que estamos presentando es fruto de un arduo trabajo de investigación. Solo
así se ha podido lograr que la traducción fuera, lo más posible, fiel al texto original. Este,
que ha sido compuesto en griego, y en una refinadísima métrica para ser cantada, ofrece
una dificultad enorme al querer expresar toda su riqueza teológica y su belleza poética
en otro idioma.
Deseo agradecer profundamente el apoyo de todos aquellos que participaron, de una u
otra forma, en la realización del mismo. En primer lugar, y de manera muy especial, a
nuestro Padre y Metropolita, Monseñor Kirilos por haberme guiado en el trabajo, res-
pondiendo a muchas preguntas durante todo el proceso de traducción; a mi esposa la
Presbítera Teresa por tantas noches en vela, a mi lado, ayudándome con el diccionario;
al Reverendo Arcipreste Ignacio Sahade que, además de la corrección del texto, preparó
la tan expresiva Introducción al mismo; al Reverendo Presbítero Leonidas Yrure y fi-
nalmente a nuestro querido hermano en la fe, Pablo Hillar, que estuvo siempre a dispo-
sición para la revisión y corrección del texto.
Este humilde trabajo forma parte de un plan de traducciones litúrgicas, que es un an-
helo, para lograr que las riquezas de la Fe Ortodoxa -contenidas en la Divina Tradición
de la Iglesia y su Culto- sean accesibles a todos los ortodoxos argentinos y a los cristia-
nos de habla española en general. Por ello es que los invitamos a estar unidos en Ora-
ción, para concretar todos estos anhelos, por la Gracia del Espíritu Santo y bajo la
protección de la Santísima Madre de Dios, y para la Gloria de la Santísima Trinidad.
Presbítero S. A. Salhani
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
INTRODUCCIÓN
El himno Akáthistos es el poema más célebre, que la Iglesia Ortodoxa canta, en
honor de la Madre de Dios; una verdadera obra maestra de la literatura y la Teología -
Bizantina - Ortodoxa. Fue compuesto en el Siglo Séptimo y se lo atribuye a San Ger-
mán de Constantinopla.
ORIGEN HISTÓRICO
Cuenta la Historia que en el año 626 d. C., estando, Heracleo Emperador de Bizan-
cio, luchando en Armenia contra las tropas persas, el rey persa Quesirroes mandó si-
tiar a Constantinopla por el lado oriental. Al mismo tiempo, las tribus del Gran Khan
de los Ávaros intentaban asaltar a Constantinopla por el lado occidental. Los poblado-
res de la ciudad estaban aterrorizados ante esta situación. Entonces el Patriarca Sergio
hizo llevar en procesión, por toda la ciudad, el Icono de la Madre de Dios; mas exhortaba
la población a no perder la confianza en su Infalible Intercesión y Protección. Esto ocu-
rrió a fines de Julio de aquel año.
El primero de Agosto, doce torres de asalto de las fuerzas persas aparecieron detrás de
las murallas. Los pobladores, cuando vieron subir a los enemigos para iniciar el asalto,
imploraron a una sola voz y en un grito de temor: “¡Oh Madre de Dios, somos Tus
siervos!”; y de manera milagrosa las tropas agresoras, si bien muy superiores en núme-
ro y equipamiento, pudieron ser derrotadas por las milicias bizantinas; y las doce torres
de asalto fueron volteadas; y cayendo a tierra aplastaron a los asaltantes.
Entonces, el Gran Khan trató de pasar el mar para unirse a sus aliados persas, pero
una lucha marítima con la flota bizantina debilitó sus fuerzas, lo que terminó con un
misterioso incendio aniquilando las que quedaban. Y así todas las tropas enemigas agre-
soras debieron huir, diezmadas y humilladas.
Maravillados por el milagro sucedido, los pobladores corrieron en masa a la Catedral
de Santa Sofía para agradecer a “La Combatiente Poderosa”, cantando con júbilo:
“¡Oh Madre de Dios, somos tus siervos!”.
Desde entonces la Iglesia - Bizantina - Ortodoxa estableció la celebración del himno
del Akáthistos (que significa: Que se celebra estando de pie) durante los cinco prime-
ros viernes de la Gran y Santa Cuaresma.
CONTENIDO TEOLÓGICO
Los Padres y Maestros Orientales nos dicen que el solo nombre de la Theotókos
(Madre de Dios), contiene todo el Misterio de la Economía Divina. María es la
Mujer enemiga de la Serpiente (el Demonio). María es el Arquetipo de la Iglesia, el
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Lugar de la sabiduría de Dios, Expresión de la integridad y la castidad del ser. María
personaliza la Santidad Humana.
Esa integridad arquetípica la convierte en el Corazón de la Iglesia. Mas su simple
presencia en medio de Ella, es ya insoportable a las fuerzas del mal.
María, al estar vinculada, en Su mismo ser, al Espíritu Santo, se nos constitu-
ye como consolación vivificante, salvaguarda y protección de toda criatura, y figura de
la Iglesia en su protección maternal.
San Germán de Constantinopla, con la exuberancia que caracteriza a los Padres
Orientales, plasma en el Himno Akáthistos los sentimientos que brotan a borbotones de
su corazón. Prosa y poesía se entrelazan para expresar, a la vez, con acentos cálidos y
personales, la Gloria al Hijo de Dios y las alabanzas a Su Madre por ese misterio
de amor y ternura de Dios manifestado a los que, con corazón puro, lo buscan. Este mis-
terio es el de la Encarnación que resplandece a la luz de la Pascua del Redentor.
Es el misterio que “El Espíritu Santo, la mano del Padre, escribe la Palabra - el
Verbo - sobre el libro virgen que es el seno de María”. Y es en esa percepción del
misterio, que supera todo entendimiento, en esa sublime realidad que el autor contempla
y experimenta, lo que le hace sentir su limitación e impotencia para expresarla adecua-
damente: “...¡Oh Madre de Dios, que elogio digno de ti puedo ofrecerte...! ¡Lo
único que puedo hacer es asombrarme y admirar...!”
Este inspirado himno contempla a la Madre de Dios en el proyecto histórico salví-
fico que tiene lugar desde la Creación hasta el Segundo Advenimiento de Cristo, y sa-
biamente armoniza los contenidos Cristológicos y Marianos, subordinando las
alabanzas en estos últimos, a la glorificación divina.
EL AKÁTHISTOS EN NUESTRO TIEMPO
Hoy, como hace catorce siglos, los enemigos de Dios atacan la vida de los miembros
de la Iglesia (el Pueblo de Dios): El individualismo, la desesperanza, la seculariza-
ción, la despersonalización, el hambre de pan para el cuerpo y para el alma, la
proliferación de ídolos, etc., son algunos de los muchos enemigos que están al ace-
cho... Por todo ello y porque nuestra lucha es, principalmente, contra los espíritus
del mal, como dice San Pablo en la carta a los Efesios (6: 10 - 17), espíritus del mal que
se manifiestan tanto en nuestro obrar personal como en las estructuras sociales que
hemos creado, es que necesitamos recurrir a la defensa infalible de la Madre de Dios.
ESTRUCTURA
El himno Akáthistos consta de Cuatro Estanzas compuestas por doce estrofas
largas y doce estrofas cortas. Estas Estanzas son cantadas en cuartas partes, de seis
estrofas cada una, en los cuatro primeros viernes de la Santa Cuaresma y, en su totali-
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
dad en el quinto viernes. Es decir que en el primer viernes se cantan las seis primeras,
en el segundo las seis siguientes y así sucesivamente...
El canto de las Estanzas está precedido por oraciones y el canto de un Kontakión y
de las Odas, y seguido de oraciones y peticiones. Y concluye con el hermosísimo canto
“Gabriel, maravillado por la hermosura de tu virginidad...”, mientras los fieles
van a venerar y besar el Icono de la Madre de Dios.
Arcipreste Ignacio Sahade
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
EL AKÁTHISTOS
“HIMNO DE ALABANZA A LA SANTÍSIMA
MADRE DE DIOS”
(Para ser rezado de pie)
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
EL AKÁTHISTOS
HIMNO DE ALABANZA A LA
SANTÍSIMA MADRE DE DIOS Y SIEMPRE
VIRGEN MARÍA
(Para ser rezado de pie)
Sacerdote: Bendito sea nuestro Dios, perpetuamente, ahora y siempre y por
los siglos de los siglos.
El que preside: Amén. Gloria a Ti, Oh Dios nuestro y Esperanza nuestra,
Gloria a Ti.
¡Oh Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad!, que estás en to-
das partes y todo lo llenas; Tesoro de todo lo bueno y Dador de la Vida;
ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva, ¡Oh Bonda-
doso! nuestras almas.
Lector: En Presencia del señor Obispo:
¡Por muchos años de vida, Monseñor!
Sino directamente:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (3 ve-
ces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, sé propicio con
nuestros pecados; Soberano, perdona nuestras transgresiones; Santo, mira
y sana nuestras dolencias, por Tu Santo Nombre.
Señor, ten piedad. (3 veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro, que estás en los Cielos; santi-ficado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el
cielo. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy; Y perdónanos nuestras
deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; Y no nos de-
jes caer en la tentación, más líbranos del mal.
Sacerdote: Porque Tuyo es el Reino, el Poder, y la Gloria; Oh Padre, Hijo
y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Lector: Amén.
Señor, ten piedad. (12 veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Veníd, adoremos y postrémonos ante nuestro Rey y nuestro Dios.
Veníd, adoremos y postrémonos ante Cristo, nuestro Rey y nuestro Dios.
Veníd, adoremos y prosternémonos ante Cristo, Él es nuestro Rey,
nuestro Señor y nuestro Dios.
SALMO 50 “51”
3Tenme piedad, Oh Dios, según Tu Amor, por Tu Inmensa Ternura bo-
rra mi delito. 4Lávame a fondo de mi culpa y de mi pecado purifícame.
5Pues mi delito yo lo reconozco, mi pecado sin cesar está ante mí. 6Contra
Ti, contra Ti solo he pecado, lo malo a Tus Ojos cometí. Porque aparezca
Tu Justicia cuando hablas y Tu Victoria cuando juzgas. 7Mira que en culpa
yo nací, pecador me concibió mi madre. 8Más Tú amas la verdad en lo ín-
timo del ser, y en lo secreto me enseñas la sabiduría. 9Rocíame con el
hisopo y será limpio; Lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
10Devuélveme el son del gozo y la alegría, exulten los huesos que macha-
caste Tú. 11Retira Tu Faz de mis pecados y borra todas mis culpas. 12Crea
en mí, Oh Dios, un puro corazón, un espíritu firme dentro de mí renueva;
13No me eches lejos de Tu Rostro, no retires de mí Tu Santo Espíritu.
14Vuélveme la alegría de Tu Salvación, y en espíritu generoso afiánzame;
15Enseñaré a los rebeldes Tus caminos, y los pecadores volverán a Ti.
16Líbrame de la sangre, Oh Dios, Dios de mi salvación, y aclamará mi len-
gua Tu justicia. 17Abre, Señor, mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.
18Pues no Te agrada el sacrificio, si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
19El sacrificio a Dios es un espíritu contrito; Un corazón contrito y humi-
llado, Oh Dios, no lo despreciarás. 20¡Favorece a Sión en tu benevolencia,
reconstruye las murallas de Jerusalén! 21Entonces te agradarán los sacrifi-
cios justos, --holocausto y oblación entera-- se ofrecerán entonces sobre tu
altar novillos.
SALMO 69 “70”
2¡Oh Dios, ven a librarme; Señor, corre en mi ayuda! 3¡Quedan avergon-
zados y confusos los que buscan mi vida! ¡Atrás!, sean confundidos los
que desean mi mal. 4Retrocedan de vergüenza los que dicen: ¡Ja, Ja! 5¡En Ti
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
se gocen y se alegren los que Te buscan! ¡Repitan sin cesar: “Grande es
Dios”, los que aman Tu Salvación! ¡Y yo, desventurado y pobre, Oh Dios,
ven presto a mí! ¡Tú, mi Socorro y mi Liberador, Oh Señor, no tardes!
SALMO 142 “143”
1Oh Señor, escucha mi oración, presta oído a mis súplicas, por Tu Leal-
tad respóndeme, por tu Justicia. 2No entres en juicio con Tu siervo, pues
no es justo ante Ti ningún viviente, 3Persigue mi alma el enemigo, mi vida
estrella contra el suelo; Me hace morar en las tinieblas, como los que han
muerto para siempre; 4Se apaga en mí el aliento, mi corazón dentro de mí
enmudece. 5Me acuerdo de los días de antaño; medito en todas Tus Ac-
ciones, pondero las obras de Tus Manos. 6Hacia Ti mis manos tiendo, mi
alma es como tierra que tiene sed de Ti. 7¡Oh, Pronto, respóndeme, Señor,
el aliento me falta; No escondas lejos de mí Tu Rostro, pues sería yo como
los que bajan a la fosa! 8Haz que siento Tu Amor a la mañana, porque con-
fío en Ti; Hazme saber el camino a seguir, porque hacia Ti levanto mi al-
ma. 9Líbrame de mis enemigos, Oh Señor, en Ti me refugio; 10Enséñame a
cumplir Tu Voluntad, porque Tú eres mi Dios; Tu Espíritu que es Bueno
me guíe por una tierra llana. 11Por Tu Nombre, Señor, dame la vida, por
Tu Justicia saca mi alma de la angustia; 12Por Tu Amor aniquila a mis
enemigos, pierde a todos los que oprimen mi alma, porque yo soy Tu ser-
vidor.
LA DOXOLOGÍA
Tuyo es la Gloria, Señor y Dios nuestro; y a Ti glorificamos, Padre, Hijo
y Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Gloria a Ti, Tú que nos muestras la luz. Gloria a Dios en las altu-
ras, en la Tierra paz, a los hombres de buena voluntad. Te alaba-
mos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos, Te damos
gracias, por la tu Gloria Majestuosa. ¡Oh Señor! Dios, Rey Celes-
tial, Padre Todopoderoso; Oh Señor, Hijo Unigénito Jesucristo y Es-
píritu Santo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, que llevas
los pecados del mundo, ten piedad de nosotros, Tú que quitas los pe-
cados del mundo. Recibe nuestras súplicas, ¡Oh Tú! que estás sentado
a la diestra del Padre y ten piedad de nosotros. Porque Tú sólo
eres Santo, Tú sólo eres el Señor Jesucristo, en la gloria de Dios
Padre, Amén. Todos los días Te bendigo y alabo tu Nombre per-
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
petuamente y por los siglos de los siglos. ¡Oh Señor! Tú has sido
nuestro refugio de generación en generación; yo dije: ¡Señor! Ten
piedad de mí y sana mi alma, porque he pecado contra Ti. ¡Oh Se-
ñor! a Ti acudo, enséñame a cumplir tu Voluntad, porque Tú eres
mi Dios. Porque de Ti es el Manantial de la Vida, y por tu Luz
vemos la luz. Extiende tu Piedad a los que Te conocen.
Haznos dignos, Señor, de guardarnos esta noche sin pecado. Bendi-
to eres Tú, Oh Señor, Dios de nuestros padres; Alabado y glorificado es tu
Nombre para siempre, Amén. Que tu Piedad, esté con nosotros, Oh Señor,
según hemos puesto nuestra confianza en Ti. Bendito eres Tú, Oh Señor,
enséñame Tus Mandamientos. Bendito eres Tú, Oh Soberano, hazme en-
tender Tus Preceptos. Bendito eres Tú, Oh Santo, ilumíname por tu Justi-
cia. Que Tu Misericordia, Señor, perdura para siempre y no desprecies la
obra de Tus Manos. Porque a Ti es debida la alabanza, a Ti es digna la
adoración y a Ti pertenece la gloria, Oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, aho-
ra y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
El que preside:
EL CREDO
CREO en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la
Tierra, de todo lo visible e invisible. Y en un solo Señor, Jesucristo, Hijo
Unigénito de Dios; nacido del Padre antes de todos los siglos; Luz de Luz;
Dios Verdadero de Dios Verdadero, nacido, no creado; Consubstancial al
Padre, por quien todo fue hecho. Quien por nosotros los hombres, y para
nuestra salvación, descendió de los cielos, y se encarnó del Espíritu Santo
y de María Virgen, y se hizo Hombre. Crucificado también por nosotros,
bajo Poncio Pilatos, padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día con-
forme a las Escrituras. Y subió a los cielos y está sentado a la Diestra del
Padre. Y otra vez ha de venir con gloria, a juzgar a los vivos y a los muer-
tos; y su Reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor Vivificador, que
procede del Padre, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y
glorificado; y que habló por los Profetas. En la Iglesia, que es Una, Santa,
Católica y Apostólica. Confieso un solo bautismo para la remisión de los
pecados. Espero la Resurrección de los muertos, Y la vida del Mundo Ve-
nidero. Amén.
Lector: Verdaderamente es digno y debido que Te celebremos, Oh Ma-
dre de Dios, Siempre Bienaventurada y exenta de toda mancha, la Madre
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
de nuestro Dios. Y seguimos con Oh más Honorable que los querubines e
incomparablemente, más Gloriosa que los serafines; Tú que sin corrup-
ción has dado a luz al Verbo Dios; Verdaderamente eres la Madre de Dios,
a Ti magnificamos.
Nótese que En la Quinta Semana de la Cuaresma, el siguiente
Tropario será cantado tres veces: Dos veces en forma prolongada y una rápida:
Tono Octavo
Al entender la orden que, misteriosamente, el Incorpóreo había reci-
bido, se apresuró diri-giéndose a la casa de José; diciendo a Aquella que
no conoció matrimonio: ¡He aquí! Aquél, que con Su Descenso inclinó los
cielos, está totalmente contenido en Ti, sin sufrir cambio alguno. Y con-
templándolo en Tu Vientre, llevando forma de un siervo, me maravillo y
exclamo: ¡Salve, Oh Virgen, Esposa sin esposo!
Luego será cantado el himno:
“YO SOY TU SIERVO...” (Página 22),
Y al terminar, parado frente al Santo Icono de La Madre de Dios, el
Sacerdote, Canta:
LA PRIMERA ESTANZA DE LA ALABANZA:
LAS ESTROFAS: 1ª- 6ª (Pagina 37)
Nótese que durante las cuatro primeras semanas de la Santa Cuaresma, al terminar el lector de “Ver-
daderamente es digno...”, directamente será cantado “EL CÁNON” (Página 23) en su totali-
dad, y a continuación, será cantado el Himno: “YO SOY TU SIERVO...” (Página 22) y lo que
sigue como hemos anticipado.
“Yo soy tu siervo
¡Oh Madre de Dios!
Te canto un himno de triunfo;
¡Oh Combatiente Defensora!
Te doy Gracias,
¡Oh liberadora de los pesares!
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Y como posees un poder invencible, líbrame de to-
das las desventuras, para que pueda exclamarte:
¡Salve! ¡Oh Novia sin novio!”
EL CANON
Tono Cuarto
ODA PRIMERA
“Abro mi boca y se llena del espíritu; digo palabras de ala-
banza a la Reina Madre. Y me presento, jubilosamente entre los
hombres, honrándola; cantando con alegría sus mara-
villas.”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Oh Purísima Virgen!, cuando el Gran Arcángel vio que eres el Libro
Vivo de Cristo, sellado por el Espíritu, exclamó ante Ti: “¡Salve, Oh Ta-
bernáculo de alegría!, por quien se borró la maldición de nuestra primera
madre.”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, Oh Virgen Esposa de Dios, la recupe-ración de Adán y de los
que yacen cautivos en el Hades! ¡Salve, Purísima Virgen; Palacio de quien
es el Único Rey! ¡Salve, Flameante Trono del Todopoderoso!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
¡Salve, Oh Rosal, de donde floreció la Única Rosa Inmarcesible! ¡Salve,
Tú, que pariste la Manzana Perfumada! ¡Salve, Oh Virgen que no contra-
jiste nupcias! ¡Fragancia del Rey de todos y Preservador del mundo!
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos, Amén.
¡Salve, Oh Tesoro de la pureza, por intermedio de quien nos levan-
tamos de nuestras caídas! ¡Salve, Oh Soberana, Azucena de dulce esencia
que esparce perfume entre los fieles! ¡Salve, Oh Fragante Incienso y más
Preciosa Mirra!
TERCERA ODA
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
“Oh Madre de Dios! como eres la Fuente Viva que rebosa gene-
rosamente, fortifícanos a nosotros, que reuniéndonos ahora en
asamblea espiritual, con himnos te alabamos; y en Tu Divina Gloria,
haznos dignos de las coronas de Gloria y Honor.”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, Oh Campo no cultivado, que produjo la Divina Espiga! ¡Salve,
Oh Mesada Viva, que tuviste espacio para el Pan de la Vida! ¡Salve, Oh
Inagotable Fuente de Agua Viva!
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, Oh Vaca Mística, que diste a luz, para los fieles, al Ternero
Inmaculado! ¡Salve, Oh Oveja, pues concebiste al Cordero de Dios que
quita los pecados del mundo! ¡Salve, Oh Ferviente Intercesora!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
¡Salve, Oh Aurora Luminosa, la única que nos trajo a Cristo el Sol!
¡Salve, Morada de la Luz; Tú, que disipaste las tinieblas y aniquilaste to-
talmente la oscuridad de los demonios!
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
¡Salve, Oh Puerta Única Que sólo el Verbo Unigénito de Dios atrave-
só! ¡Salve, pues con Tu Alumbramiento derribaste las puertas y barreras
del Hades! ¡Salve, Oh Entrada Divina de aquellos salvados! ¡Salve,Oh So-
berana Digna de toda alabanza!
En la Quinta Semana, mientras el coro canta “YO SOY TU SIERVO...”
(Página 22) El Sacerdote inciensa, y parado frente al Santo Icono de la Madre de Dios; Canta
LA SEGUNDA ESTANZA DE LA ALABANZA:
LAS ESTROFAS: 7ª- 12ª (pagina 42)
CUARTA ODA
“El Dios Altísimo, Jesús, que está gloriosamente sen-
tado en el Trono de la Divinidad; vino sobre una nube lumino-
sa y salvó, con Su Fuerte Brazo, a los que le exclaman: ¡Oh
Cristo, Gloria a Tu Poder!”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Con voces de cánticos, Oh Alabadísima Virgen!, a Ti, con fe cantemos:
“¡Salve, Oh Montaña Fértil que se llenó enteramente con el Espíritu! ¡Salve,
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Oh Fuente de Luz, y Vaso que contiene el maná; Dulzura para con los sen-
tidos de los piadosos!
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, Oh Purísima Señora, sede de Misericordia para con el mundo!
¡Salve, Oh Escalera Terrenal, que eleva a todos hacia la Gracia! ¡Salve, Oh
Puente que, verdaderamente, conduce de la muerte a la vida a todos
aquellos que Te alaban!
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, Oh Virgen Pura, Tú que eres más Sublime que los Cielos, Que
sin dolor has llevado en tu Vientre a Quien es la Fundación de la Tierra!
¡Salve, Oh Ostra que, con tu Sangre, teñiste la Púrpura Divina para el Rey
de los Poderes Celestiales!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
¡Salve, Oh Soberana, Tú que, verdaderamente, engendraste al Dador
de la Ley, Quien, gratuitamente, borró las transgresiones de todos! ¡Oh
Virgen no desposada, Incomprensible Abismo e Inefable Altura, por me-
dio de quien volvemos a ser hijos de Dios!
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
A Ti alabamos, Oh Virgen; Tú, que entretejiste para el mundo, una
corona que no ha sido hecha por manos; Y a Ti exclamamos: ¡Salve, Oh
Virgen, Protección Divina, Refugio, Baluarte y Fortaleza para todos!
QUINTA ODA
“El Universo ha sido maravillado de tu Gloria Divina; ¡Oh Vir-
gen no desposada!, porque llevaste en Tu Vientre al Dios de todos;
y has dado a luz al Hijo Eterno;
Quien recompensa, con la Salvación, a aquellos que Te
alaban.”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, Oh Purísima Virgen, Que engendraste el Camino de la Vida y
salvaste al mundo de los torrentes surgidos del pecado! ¡Salve, Oh Esposa
de Dios, Oído terrible y Discurso asombroso! ¡Salve, Oh Lugar de reposo
para el Maestro de la Creación!
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, Oh Purísima Virgen, Firmeza y Fortaleza de la humanidad;
Santuario de la Gloria; Azote de muerte del Hades y luminosa Cámara
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Nupcial! ¡Salve, Oh regocijo de los Ángeles y Socorro a todos aquellos que
fielmente Te convocan!
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, Oh Señora, Ferviente Portadora del Verbo; Paraíso Vivo que,
dentro de Ti, llevas al Señor, el Árbol de la vida; cuya dulzura vivifica a
aquellos que participan con fe, aunque todavía estén cautivos por la co-
rrupción!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Nosotros, fortalecidos por tu Poder, fielmente, a Ti exclamamos: ¡Sal-
ve!, Ciudad del Rey de todos! pues de Ti, han sido dichas, claramente,
gloriosas y excelentes cosas; ¡Salve! ¡Oh Montaña no labrada y Abismo
insondable!
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
¡Salve, Oh Purísima Virgen, Espacioso Tabernáculo del Verbo! ¡Salve,
Maravillosa Ostra, de Quien ha salido la Perla Divina! ¡Oh Madre de Dios,
Milagro de los milagros, Tú eres la reconciliación de Dios para con todos
aquellos que en todo tiempo Te magnifican!
SEXTA ODA
“¡Vosotros, de mentes divinas! Venid,
golpeemos nuestras manos; al celebrar juntos esta sagrada y solemne
fiesta de
la Madre de Dios; Y glorifiquemos
a Dios que nació de Ella.”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, ¡Oh Inmaculada Cámara Nupcial del Verbo; La causa de deifi-
cación de todos! ¡Salve, Purísima Virgen, la Proclamación de los Profetas!
¡Salve, Oh Adorno de los Apóstoles!
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
De Ti se destiló el rocío; Oh Tú que has extinguido las flamas del pa-
ganismo! Por consiguiente, a Ti exclamamos diciendo: “¡Salve, Purísima
Virgen, Tú que eres el Rociado Vellón, visto por Gedeón antiguamente!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
¡He Aquí! a Ti, nosotros Te saludamos exclamando: “¡Salve! ¡Sé para
nosotros, nuestro paraíso y nuestro puerto, cuando viajemos sobre el mar
de todas las tribulaciones y las acechanzas del adversario!
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos, Amén.
Oh Causa de júbilo, danos alegría en nuestros corazones, para que
podamos exclamarle: “¡Salve, Oh Ardiente, pero no consumida Zarza!
¡Salve Tú, Oh Nube brillante, que sin cesar ampara a los fieles!
En la Quinta Semana, mientras el coro canta “YO SOY TU SIERVO...”
(Página 22) El Sacerdote inciensa, y parado frente al Santo Icono de la Madre de Dios; Canta
LA TERCERA ESTANZA DE LA ALABANZA:
LAS ESTROFAS: LAS ESTROFAS: 13ª- 18ª (pagina 42)
SÉPTIMA ODA
“Los Varones de mentes divinas, no adoraron las cosas
creadas sino al Creador. Más, con coraje, despreciaron las amenazas
del fuego; y con regocijo cantaron: ¡Bendito eres Tú!, que excedes to-
da alabanza ¡Oh Señor, Dios de nuestros padres!”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Con himnos de alabanza, a Ti exclamamos: ¡Salve, Oh Portadora Ra-
cional del Sol Vivo; Verdadera Vid que produjo el Racimo Maduro de uva;
Destilador del vino que alegra las almas de aquellos, que con fe Te glorifi-
can!
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Salve, Oh Esposa de Dios, Que engendraste al Sanador de la Huma-
nidad! la Vara Mística en donde florece la Flor Inmarcesible. ¡Salve, Oh
Señora, por Quien, nos colmamos de júbilo y heredamos la vida!
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
La lengua de los retóricos falla en alabarte adecuadamente, Oh Seño-
ra; Porque, cuando diste a luz a Cristo el Rey, fuiste elevada más sublime
que los Serafines. Pues suplícale a Él para que libere de todo mal a aque-
llos que con fe, Te veneran.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Toda la Tierra te Alaba, te bendice y ante Ti exclama: ¡Salve, Oh Purí-
sima Virgen, el Libro en el cual, el dedo del Padre inscribió su Propio
Verbo! Suplícale, pues, a Él, Oh Madre de Dios, para que tus siervos sean
inscriptos en el libro de la Vida.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos, Amén.
15
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Nosotros, tus Siervos, con espíritu reverente, te suplicamos: “¡Oh Pu-
rísima Madre de Dios, inclina Tus Oídos, a éste, Tu pueblo sumergido en
las aflicciones, sálvanos y guárdanos de todos los asaltos del enemigo!”
OCTAVA ODA
“La Figura de Aquél nacido de la Madre de Dios, que antiguamen-
te, había conservado, a los Tres Varones Puros, en medio del fue-
go; ahora está en su Plenitud; e incita a que todo el mundo se
levante y cante: ¡Oh todas las obras del Señor, alabadle y exaltadle
por todos los siglos!”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
¡Oh Purísima!, recibiste al Verbo en tu Vientre, diste a luz al Omnipo-
tente; Y con Tu leche, alimentaste a Aquel, Quien con un gesto, alimenta a
todo el Universo; A Quien cantamos diciendo: “¡Oh todas las obras del
Señor, Alabadle y exaltadle por todos los siglos!”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Oh Santísima Virgen sin mancha; Que antiguamente, vislumbró Moi-
sés, ante la zarza, el misterio de tu Glorioso Alumbramiento, como lo anti-
ciparon y prefiguraron los tres Varones Puros, que permanecieron
incólumes en medio del fuego. Por eso te alabamos por todos los siglos.
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Nosotros que, engañados antiguamente, fuimos despojados de nues-
tra ropa; Nos revestimos, por Tu Alumbramiento, con el ropaje de la inco-
rruptibilidad. Mas los que estamos en las tinieblas a causa de nuestras
transgresiones, por Ti, percibimos la luz, Oh Virgen y Morada de la Luz;
Por esto Te alabamos por todos los siglos.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Por Ti, Que engendraste la Esencia de la Vida; Los muertos se revivi-
ficarán, los mudos hablarán, los leprosos son purificados, las enfer-
medades disipadas y las multitudes de los malos espíritus vencidas y
desparramadas en los aires. ¡Oh Salvación de la Humanidad!
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos, Amén.
¡Salve, Oh Purísima y Bendita Virgen, Que engendraste la Salvación
para el mundo; Por Quien hemos sido elevados de la tierra al Cielo! Oh
Escudo, Fortaleza y Muralla de los que cantan: “¡Oh todas las obras del
Señor, alabadle y exaltadle por todos los siglos!”
16
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Nótese que en las cuatro primeras semanas, al empezar el coro el canto de la NOVENA ODA, el Sacer-
dote, vestido de su Estola y Felonión, inciensa el santo Altar, el Iconostasio, el Templo, el pueblo y al
Icono de la Santísima Madre de Dios que está sobre la mesa.
NOVENA ODA
“Que se alegren, espiritualmente, todos los seres terrenales,
llevando sus lámparas; y que la naturaleza de los seres razo-
nables incorpóreos, celebra esta honorable festividad de la Madre de
Dios exclamando: ‘¡Salve, Oh Bienaventurada,
Purísima y
Siempre Virgen Madre de Dios!’”
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Nosotros los fieles, con el saludo, Te supli-camos, Oh Doncella; ¡Sál-
vanos de las tentaciones, del cautiverio de los paganos, de todo ataque
lanzado contra nosotros y de las desgracias, que nos alcanzan a nosotros
pecadores! Pues por Ti, nos hicimos partícipes de la Eterna Alegría.
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Apareciste, Oh Purísima, iluminación y confirmación nuestra; Por lo
tanto, a Ti exclamamos: ¡¡Salve, Oh Estrella sin ocaso, que trajo el Gran Sol
al mundo! ¡Salve, Tú, Que abriste el cerrado Edén! ¡Salve, Oh Columna de
fuego, que introduce la humanidad a la Vida Celestial!
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
De pie y con reverencia, en la casa de Nuestro Dios, exclamemos di-
ciendo: “¡Salve, Oh Soberana del mundo! ¡Salve, María, Señora de todos
nosotros! ¡Salve, Tú que eres la Única Bella, Noble y Pura entre las muje-
res! ¡Salve, Oh Recipiente del Divino e Inagotable Perfume derramado so-
bre Ti!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
¡Salve, Oh Paloma, Que engendraste al Compasivo y permaneciste
por siempre Virgen! ¡Salve, Oh Gloria de los piadosos y Corona de los lu-
chadores! !Salve, Oh Adorno Divino, de todos los Justos y Salvación de
nosotros los fieles!
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos, Amén.
17
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
¡Derrama tu Compasión a tu Heredad, Oh Dios Nuestro y perdona
todas nuestras transgresiones! Porque tienes ante Ti, como intercesora, a
Aquella que sin mancha Te engendró sobre la Tierra; Oh Cristo, cuando
aceptaste, por tu Inmensa Misericordia, tomar la forma del hombre que se
alejó de Ti.
En la Quinta Semana, mientras el coro canta “YO SOY TU SIERVO...”
(Página 22) El Sacerdote inciensa, y parado frente al Santo Icono de la Madre de Dios; Canta
LA CUARTA ESTANZA DE LA ALABANZA:
LAS ESTROFAS: 19ª- 24ª (pagina 51)
18
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
LAS ESTANZAS DE LA ALABANZA
LA 1ª ESTANZA - LAS ESTROFAS: 1 - 6
Que será cantada la tarde del primer viernes de la Santa Cuaresma, (Pág. 37)
LA 2ª ESTANZA - LAS ESTROFAS: 7 - 12
Que será cantada la tarde del segundo viernes de la Santa Cuaresma, (Pág. 42)
LA 3ª ESTANZA - LAS ESTROFAS: 13 - 18
Que será cantada la tarde del tercer viernes de la Santa Cuaresma, (Pág. 46)
LA 4ª ESTANZA - LAS ESTROFAS: 19 - 24
Que será cantada la tarde del cuarto viernes de la Santa Cuaresma, (Pág. 51)
Nótese que, al terminar de cantar las Estanzas y mientras que el coro canta en breve: “YO SOY TU
SIERVO...” (Página 22)
En presencia del Señor Obispo, venera éste al Santo Icono y bendice al pueblo
Nótese también que en la tarde del viernes de la quinta semana de la Santa Cuaresma será celebrada:
LA GRAN ALABANZA
En la cual serán cantadas las Cuatro Estanzas de la Alabanza, con sus 24 Estrofas. Y después
del himno: “AL ENTENDER LA ORDEN...” (Página 20) que será cantado tres veces: “Dos lentas y
una rápida”. Más como hemos anticipado, a continuación será cantado el himno “YO SOY TU
SIERVO...” (Página 22) Y se comienza inmediatamente:
“LA PRIMERA ESTANZA”
PRIMERA ESTANZA
“Los Misterios y las alabanzas de nuestra Santísima Madre de Dios, los relativos a los Misterios de la
vida de nuestro Señor Jesucristo.”
PRIMERA ESTROFA
“La Anunciación y la Encarnación”
El Príncipe de los arcángeles, fue enviado, desde el cielo, para saludar
a la Madre de Dios y a decirle: ¡Salve!
Se repite tres veces, y a cada vez el coro contesta:
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Y cuando Te vio encarnarte, Oh Señor, al oír la voz angelical, quedó
maravillado; Y de pie ante la Virgen, Le exclamó diciendo:
¡Salve, pues por Ti brillará la alegría!
¡Salve, pues por Ti se borrará la maldición antigua!
¡Salve, Oh Restauración del caído Adán!
19
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
¡Salve, Oh Redención del llanto y de las lágrimas de Eva!
¡Salve, Oh Altura Inalcanzable por las mentes humanas!
¡Salve, Oh Abismo Insondable, aún para los ojos de los ángeles!
¡Salve, Tú, Que eres el Trono del Rey!
¡Salve, Tú, Que sostienes a Aquél que todo lo sostiene!
¡Salve, Oh Astro que causó la aparición del Sol!
¡Salve, Oh Seno de la Divina Encarnación!
¡Salve, pues por Ti se renueva la Creación!
¡Salve, pues por Ti se hizo Niño el Creador!
¡Salve! ¡Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
SEGUNDA ESTROFA
Sabiéndose totalmente pura, la Santísima Virgen, con coraje y sin te-
mor, dijo a Gabriel: Tu extraño mensaje me es inaceptable; pues, ¿Cómo
puedes hablarme de una concepción, sin siembra? Exclamando: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
TERCERA ESTROFA
La Virgen Inmaculada, con el anhelo de saber sobre aquél insondable
misterio, exclamó al ministro enviado a ella, diciendo: “Dime, ¿Cómo es
posible que de un seno virginal naciera un hijo?” Pues, con temor, él le
contestó así, exclamando:
¡Salve, Oh Guardiana del misterio de la indescriptible opinión!
¡Salve, Oh Certeza de aquellos que en silencio te suplican!
¡Salve, Oh Inicio de los milagros de Cristo!
¡Salve, Oh Cumplidora Principal de Sus Designios!
¡Salve, Oh Escalera Celestial, por la cual Dios descendió!
¡Salve! ¡Oh Puente que transporta a los terrenales al cielo!
¡Salve, Oh Admirable gran maravilla de los ángeles!
¡Salve, Oh Herida lacerante y gemido de los demonios!
¡Salve, Tú que, inefablemente, diste nacimiento a la Luz!
¡Salve, Tú que, a ninguno, revelaste el Divino Secreto!
¡Salve, Tú, que superas la inteligencia de los sabios!
¡Salve, Tú, que iluminas las mentes de los fieles!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
20
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
CUARTA ESTROFA
El Poder del Altísimo, cubrió con su sombra, durante la concepción a
Aquella que no conoció matrimonio; Y manifestó su Seno Fértil, jardín
fructífero para todos aquellos que desean cosechar su propia salvación,
cantando ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
QUINTA ESTROFA
“La Visitación”
Llevando a Dios en sus entrañas, la Virgen se apresuró a Isabel; cuyo
niño, aún en su vientre, sintiendo la salutación de la Madre de Dios, dio
saltos de júbilo, así como cánticos de alabanzas; y le exclamó:
¡Salve, Oh Fruto de inmarcesible rama!
¡Salve, Oh Huerto de incorruptibles Frutos!
¡Salve, Oh Labrada por Aquel Labrador Amante de la humanidad!
¡Salve, Tú, que diste vida al Autor de nuestra vida!
¡Salve, Oh Jardín Fructífero de abundantes misericordias!
¡Salve, Oh Mesa que lleva la Oblación de la fortuna del perdón!
¡Salve, Tú, que incrementas las praderas del
Paraíso!
¡Salve, Tú, que preparas el puerto tranquilo para las almas!
¡Salve, Tú, que preparas el puerto tranquilo para las almas!
¡Salve, Oh Aceptable Incienso de la intercesión!
¡Salve, Oh Oblación de perdón de todo el mundo!
¡Salve, Oh Favor de Dios para con los mortales!
¡Salve, Oh Acceso de los mortales hacia Dios!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
SEXTA ESTROFA
“Perplejidad, asombro y fe de José”
¡Oh Virgen Purísima que no conociste matrimonio!; cuando Te vio el
sabio y casto José, fue turbado por una riada de dudosos pensamientos;
temiendo que Tú hubieras sido ultrajada. Pero, cuando supo que tu Con-
cepción era Obra del Es-píritu Santo, exclamó: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
21
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Y directamente:
“YO SOY TU SIERVO...” (Página 22) y al terminar, el Lector procede con el “Santo Dios…”
(Ver página 56)
En la Quinta Semana, mientras el coro canta “YO SOY TU SIERVO...”
(Página 22) El Sacerdote inciensa, y parado frente al Santo Icono de la Madre de Dios; Canta
LA SEGUNDA ESTANZA DE LA ALABANZA. LAS ESTROFAS: 7ª- 12ª
SEGUNDA ESTANZA
SÉPTIMA ESTROFA
“La Natividad del Señor y la adoración de los pastores”
Los pastores; oyendo las gloriosas alabanzas de los ángeles; anun-
ciando la presencia del Cristo Encarnado; se apresuraron hacia Él, como a
un Pastor, y le contemplaron como a un Cordero Inmaculado, reposando
en el seno de María Virgen; a la que ensalzaron diciendo:
¡Salve, Oh Madre del Cordero y del Pastor!
¡Salve, Oh Redil de las ovejas espirituales!
¡Salve, Oh Baluarte, castigo de los enemigos in-visibles!
¡Salve, Oh Llave de las puertas del Paraíso!
¡Salve, Porque los celestiales se regocijan con los terrenales!
¡Salve, Porque los terrenales participan del coro celestial!
¡Salve, Oh Voz de los Apóstoles, jamás callada!
¡Salve, Oh Coraje de los luchadores, jamás ven-cido!
¡Salve, Oh firme Cimiento de la Fe!
¡Salve, Oh brillante Señal de la Gracia!
¡Salve, Que por Ti, el infierno se quedó despo-jado!
¡Salve, Que por Ti, nos hemos revestido de la Gloria!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
OCTAVA ESTROFA
“La Adoración de los Magos”
Viendo a un estrella dirigida por Dios, en lo alto del cielo; los Magos
siguieron sus rayos como a un faro, solicitando por medio de ella al Pode-
roso Rey; y llegando hacia el Inalcanzable, se regocijaron y a Él exclama-
ron: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
22
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
NOVENA ESTROFA
Los hijos de los Caldeos; al ver, en los brazos de la Virgen, a Aquél
que ha formado al hombre con sus Propias Manos; y reconociendo que Él
es el Señor, a pesar de haberse hecho un siervo; se apresuraron, con rega-
los, a rendirle homenaje y servir a la Bendita, exclamándole:
¡Salve, Oh Madre de la Estrella que no tiene ocaso!
¡Salve, Oh Aurora del Día Místico!
¡Salve, Tú, que apagaste la hoguera del error!
¡Salve, Tú, Oh Iluminación de aquellos que co-nocieron la Trinidad!
¡Salve, Tú, que derribaste al antiguo tirano inhumano!
¡Salve, Tú, que manifestaste a Cristo, el Amante de la humanidad!
¡Salve, Tú, que nos redimiste de la creencia de los bárbaros!
¡Salve, Tú, que nos has liberado de la ignominia del pecado!
¡Salve, Tú, que diste fin al culto de la adoración del fuego!
¡Salve, Tú, Oh Salvadora de las llamas de las pasiones!
¡Salve, Tú, Oh Guía de los fieles hacia la pureza!
¡Salve, Oh Alegría de todas las generaciones!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
DÉCIMA ESTROFA
“La Inspiración de los Magos”
Los Magos, Revestidos de Dios; cumplido lo que se les había inspira-
do; regresaron a Babel, se convirtieron en predicadores de la fe y anuncia-
ron a todos que Tú eres el Cristo; despreciando al insensato Herodes, que
no supo exclamar: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
UNDÉCIMA ESTROFA
“Huida a Egipto”
Cuando encendiste, en Egipto, la lámpara de la verdad; Tú, Oh Sal-
vador, disipaste las tinieblas de la falsedad; pues sus ídolos cayeron, al no
poder resistir, delante de tu Poder. Más, aquellos que se salvaron de su
culto, exclamaron a la Madre de Dios, diciendo:
¡Salve, Tú, Oh Elevación de la Humanidad!
¡Salve, Tú, Oh Caída de los demonios!
¡Salve, Tú, que pisoteaste las divagaciones del error!
¡Salve, Tú, que refutaste el engaño de los ídolos!
23
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
¡Salve, Oh Mar que ahogó al Faraón y sus proyectos!
¡Salve, Oh Manantial que refrescó a aquellos sedientos de vida!
¡Salve, Oh Columna de fuego, que guía a aquellos yacentes en las tinie-
blas!
¡Salve! ¡Oh Amparo del mundo, más amplio que las nubes!
¡Salve, Oh Sostén en sucesión del maná!
¡Salve, Tú, Oh Mensajera del Sagrado Júbilo!
¡Salve, Tú, Oh Tierra Prometida!
¡Salve, Tú, Oh Caudal de leche y miel!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
DUODÉCIMA ESTROFA
“Presentación del Señor al Templo”
Cuando Simeón estaba por partir de esta vida y este engañoso tiempo;
fuiste entregado a él como un bebé. Pero Tú has sido conocido por él co-
mo un Dios Perfecto también. Y asombrado por tu Inefable Sabiduría ex-
clamó: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
Y directamente:
“YO SOY TU SIERVO...” (Página 22) y al terminar, el Lector procede con el “Santo Dios…”
(Ver página 56)
En la Quinta Semana, mientras el coro canta “YO SOY TU SIERVO...”
(Página 22) El Sacerdote inciensa, y parado frente al Santo Icono de la Madre de Dios; Canta
LA TERCERA ESTANZA DE LA ALABANZA:
LAS ESTROFAS: LAS ESTROFAS: 13ª- 18ª
TERCERA ESTANZA
“Meditación del alma fiel sobre el Misterio de la Encarnación del Verbo Divino; y sobre los privilegios y
Grandeza de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, la Universal Intercesora de los
Cristianos”
DÉCIMA TERCERA ESTROFA
“La grandeza de María al dar a luz siendo Virgen”
Cuando nació el Creador del vientre de una Mujer; nos manifestó, a
nosotros sus criaturas, una Nueva Creación. Pues brotó de un vientre no
sembrado, conservándolo, como había estado, sin mancha alguna. Para
que cuando contemplemos esta maravilla, alabemos a la Madre de Dios,
ex-
24
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
clamándole:
¡Salve, Oh Flor de la Incorruptibilidad!
¡Salve, Oh Corona de la Castidad!
¡Salve, Tú, que resplandeces la figura de la Re-surrección!
¡Salve, Tú, que revelas, la vida de los Ángeles!
¡Salve, Oh Árbol de sabroso fruto, del cual se alimentan los fieles!
¡Salve, Oh Planta de hermoso follaje, con la que muchos se refugian!
¡Salve, Tú, que concebiste al Guía de los desviados!
¡Salve, Tú, que engendraste al Libertador de los cautivos!
¡Salve, Tú, Oh Intercesora ante el Justo Juez!
¡Salve! ¡Tú, Oh Perdón, de los numerosos pe-cadores!
¡Salve, Oh Manto de esperanza para los des-nudos!
¡Salve, Oh Ternura que arrebata todos los de-seos!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
DÉCIMA CUARTA ESTROFA
¡Habiendo contemplado un extraño nacimiento, apartémonos del
mundo como extraños, y elevemos nuestras mentes a los Cielos! Pues, por
ello, el Dios Altísimo apareció humildemente, sobre la tierra como un
mortal; Para elevar a lo Alto a aquellos que le exclaman: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
DÉCIMA QUINTA ESTROFA
“La maravillosa condescendencia del Verbo Encarnado”
Habiendo tomado enteramente la forma humana junto a los terrena-
les; el Verbo, no abandonó, de ningún modo a los Celestiales; porque esto
ha sido una condescendencia Divina y no un mero cambio de lugar; y su
Nacimiento ha sido de una Virgen elegida por Dios, que escuchó estas pa-
labras:
¡Salve, Oh espacio del Inconmensurable Dios!
¡Salve, Oh puerta del Venerable Misterio!
¡Salve, Oh dudoso rumor de los incrédulos!
¡Salve, Oh indudable gloria de los fieles!
¡Salve, Oh vehículo santísimo de Aquél que está sobre los Querubines!
Salve, Oh morada gloriosísima para Aquél que está sobre los Serafines!
25
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
¡Salve, Tú que en Ti uniste a los antagónicos!
¡Salve, Oh Esperanza nuestra para llegar a las eternas bendiciones!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
DÉCIMA SEXTA ESTROFA
“La humildad accesible a todos”
La Naturaleza Angelical se maravilló de la Gran Obra de tu Encarna-
ción; pues han visto a Quien es Inaccesible, siendo Dios, presentándose,
como Hombre accesible a todos y actuando entre nosotros, recibiendo de
todos el canto: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
DÉCIMA SÉPTIMA ESTROFA
“El alumbramiento de María, siendo virgen; es asombro de los sabios y salvación de
los fieles”
Cuando se trata de hablar de Ti, vemos a los elocuentes oradores en-
mudecidos como peces. Pues, perplejos, no se atrevieron a explicar: ¿Có-
mo pudiste dar a luz permaneciendo aún Virgen? Pero nosotros,
maravillados por el Misterio, con fe exclamamos diciendo:
¡Salve, Oh Vasija de la Sabiduría de Dios!
¡Salve, Oh Tesoro de su Eterna Providencia!
¡Salve, Tú, que dejaste a los filósofos privados de filosofía!
¡Salve, Tú, que dejaste a los maestros de la elocuencia sin palabras!
¡Salve, Tú, por Quién, los sabios en la oratoria quedaron como necios!
¡Salve, pues, por intermedio Tuyo se marchitaron los inventores de las
leyendas!
¡Salve, Tú, que deshiciste las sutilezas de los atenienses!
¡Salve, Tú, que llenaste las redes de los pescadores!
¡Salve, Tú que nos rescataste del abismo de la ignorancia!
¡Salve, Tú que alumbras a muchos con la Divina Ciencia!
¡Salve, Oh Nave de socorro, para quienes desean la salvación!
¡Salve, Oh Puerto para los nadadores, que luchan contra las olas de esta
vida!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
26
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
DÉCIMA OCTAVA ESTROFA
“Cristo, Dios y Hombre a la vez, nos salva; dándonos Él mismo el ejemplo para la
Salvación”
El Arquitecto, Creador de todos, cuando quiso salvar al mundo; vino
a él por Su Propia Voluntad. Y permaneciendo Dios y Pastor, para noso-
tros, se nos apareció, hombre como nosotros; atrayéndonos, por el ejem-
plo, como semejantes. Y como Él es Dios, escucha la exclamación:
¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
Y directamente:
“YO SOY TU SIERVO...” (Página 22) y al terminar, el Lector procede con el “Santo Dios…”
(Ver página 56)
En la Quinta Semana, mientras el coro canta “YO SOY TU SIERVO...”
(Página 22) El Sacerdote inciensa, y parado frente al Santo Icono de la Madre de Dios; Canta
LA CUARTA ESTANZA DE LA ALABANZA:
LAS ESTROFAS: 19ª- 24ª
CUARTA ESTANZA
DÉCIMA NOVENA ESTROFA
“La Virgen María como modelo de pureza y defensora de las vírgenes.”
¡Oh Virgen Madre de Dios! Tú eres la Muralla de las vírgenes y de
todos los que acuden a Ti. Porque, el Creador de los Cielos y de la Tierra,
Te ha preparado ¡Oh Purísima! y habitó en tu Seno; y enseñó a todos a ex-
clamarte así:
¡Salve, Oh Pilar de la virginidad!
¡Salve, Oh Portal de la salvación!
¡Salve, Oh Inicio de restauración de la creación racional!
¡Salve, Oh Renovación de la Divina Beneficencia!
¡Salve, Oh Regeneración de los concebidos en el pecado!
¡Salve, Tú, que aniquilaste al corruptor de las mentes!
¡Salve, Tú, que engendraste al Sembrador de la pureza!
¡Salve, Tú, Oh Cámara Nupcial, no sembrada!
¡Salve, Tú, Oh Reconciliación de los fieles con el Señor!
¡Salve, Oh Buena Educadora de las vírgenes!
¡Salve, Tú, que adornas las almas de los Justos con el adorno de la boda!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
27
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
VIGÉSIMA ESTROFA
“Acción de Gracia al Señor por los beneficios otorgados por Su Encarnación”
Todo elogio, por más extenso que sea, es incapaz de citar, la multitud
de tus Misericordias, como es digno de Ti, ¡Oh Rey Santísimo! Pues, aun-
que te ofreciéramos alabanzas que igualan la arena del mar en número; no
haríamos nada digno de ser comparado con lo que Tú nos has dado a no-
sotros, que te exclamamos: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
VIGÉSIMA PRIMERA ESTROFA
“La Virgen Santísima, Luz y Alegría de los fieles”
Contemplamos a la Santísima Virgen como una luminosa lámpara
contenedora de la Luz, que aparece alumbrando a aquellos que están en
las tinieblas. Porque Ella, incendiando la Luz Celestial, ilumina a nuestras
mentes, conduciendo a todos hacia la Sabiduría Divina. Pues honrémosla,
exclamándole:
¡Salve, Oh Rayo del Sol Racional!
¡Salve, Oh Llama de la Estrella sin ocaso!
¡Salve, Oh Relámpago que ilumina las almas!
¡Salve, Tú que, como trueno, espantas a los enemigos!
¡Salve, Tú Aurora de brillantes Luces!
¡Salve, Tú, que hiciste brotar el Río caudaloso!
¡Salve, Tú, que prefiguraste la Fuente de la Vida!
¡Salve, Tú, que borraste la mancha del pecado!
¡Salve, Oh Lavado purificador de las conciencias!
¡Salve, Oh Copa de la Mezcla de Alegría!
¡Salve, Oh Dulce Fragancia del Perfume de Cristo!
¡Salve, Oh Vida del Banquete Místico!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
VIGÉSIMA SEGUNDA ESTROFA
“La magnificencia de la Obra redentora de Cristo”
Cuando quiso otorgar la Gracia, el que purgó las antiguas deudas de
la humanidad, por su Propia Voluntad, vino a habitar entre aquellos que
se habían alejado de su Gracia; Y rasgando el manuscrito contra ellos, oyó
de todos: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
28
EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
VIGÉSIMA TERCERA ESTROFA
“La grandeza de la Maternidad Divina”
¡Oh Madre de Dios! Porque eres un Templo Vivo, todos te alabamos
cantando tu Alumbra-miento; porque el Señor, que todo lo sostiene en su
Propia Mano, habitó en tu Vientre, Te santificó, Te glorificó y enseñó a to-
dos que Te exclamen:
¡Salve, Oh Tabernáculo del Verbo Dios!
¡Salve, Oh Santa, más excelsa que todos los Santos!
¡Salve, Oh Arca Dorado para el Espíritu!
¡Salve, Oh Tesoro Inagotable de la vida!
¡Salve, Oh Corona Preciosa de los reyes piadosos!
¡Salve, Oh Venerable Gloria de los sacerdotes píos!
¡Salve, Oh Torre Inconmovible de la Iglesia!
¡Salve, Oh Muralla Indestructible del Reino!
¡Salve, Tú, por Quién, la victorias serán establecidas!
¡Salve, Tú, por Quién, nuestros enemigos, serán vencidos!
¡Salve, Tú, Oh Curación de mi cuerpo!
¡Salve, Tú, Oh Salvación de mi alma!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
Coro: ¡Salve! Oh Virgen, Novia sin novio!
VIGÉSIMA CUARTA ESTROFA
¡Oh Digna de toda alabanza!, con pasión te alabamos, a Ti que en-
gendraste al Verbo, el más Santo que todos los Santos.
Que será repetida tres veces, y a cada vez el coro responde:
¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Acepta esta ofrenda nuestra y libera a todos de las desgracias; y sálva-
nos del castigo venidero, a nosotros que Te exclamamos: ¡Aleluya!
Coro: ¡Aleluya!
Y directamente:
“YO SOY TU SIERVO...” (Página 22) y al terminar, el Lector procede con el “Santo Dios…”
(Ver página 56)
Nótese que en la Quinta Semana, de la GRAN ALABANZA después del Aleluya, se repite directamen-
te la
PRIMERA ESTROFA DE LA PRIMERA ESTANZA (Página 37) Luego será cantado el Kontakión “YO
SOY TU SIERVO...” y mientras tanto, el Sacerdote venera al Icono, y el lector procede con
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Lector: En Presencia del señor Obispo:
“Por muchos años de vida, ¡Monseñor!”
Sino directamente:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (3 ve-
ces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, sé propicio con
nuestros pecados; Soberano, perdona nuestras transgresiones; Santo, mira
y sana nuestras dolencias, por Tu Santo Nombre.
Señor, ten piedad. (3 veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro, que estás en los Cielos; santi-ficado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el
cielo. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy; Y perdónanos nuestras
deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; Y no nos de-
jes caer en la tentación, más líbranos del mal.
Sacerdote: Porque Tuyo es el Reino, el Poder, y la Gloria; Oh Padre, Hijo
y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Lector: Amén.
Y directamente “El Kontákio” que en la Primera Semana será leído el del Gran Mártir San Teodo-
ro de Tiro (8º Tono)
Llevaste la Fe de Cristo, como un escudo en tu corazón; por la cual
venciste a las fuerzas adversas, ¡Oh Gran Luchador Teodoro! y fuiste co-
ronado con la Corona Celestial, porque eres in-vencible.
En las siguientes semanas, en caso que en sábado no hay una fiesta que tendría su propio Kontákio, será
leído el siguiente de
Los Santos Mártires. (Tono 8°)
Como primicias de la naturaleza, ¡Oh Señor y Sembrador de toda la
Creación!; el mundo Te ofrece, a los Mártires Revestidos de Dios. Pues por
sus súplicas y las Intercesiones de la Madre de Dios, conserva a tu Iglesia
y a tu Mundo en la paz perfecta; ¡Tú que eres de Gran Misericordia!
Lector:
Señor, ten piedad. (40 veces) y esta Oración:
Ten misericordia de nosotros y sálvanos, ¡Oh Hijo Unigénito de Dios!.
Tú que en todo tiempo y a toda hora en el Cielo y en la Tierra eres adora-
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
do y glorificado, Oh Cristo Dios; que eres muy Paciente, Misericordioso y
Compasivo. Que amas a los justos y tienes piedad de los pecadores; que
llamas a todos a la Salvación por la promesa de los bienes futuros. Tú,
¡Señor!, recibe en esta hora nuestras súplicas y dirige nuestra vida en las
sendas de tus Mandamientos. Santifica nuestras almas; Purifica nuestros
cuerpos; guía nuestros pensamientos; Limpia nuestras intenciones; Líbra-
nos de toda aflicción, maldad y dolencia; Rodéanos con tus santos ángeles
para que con su poder, seamos guiados y protegidos, a fin de llegar a la
unidad de la fe y al conocimiento de tu Gloria Inaccesible, porque Tú eres
Bendito y Glorificado por los siglos de los siglos. Amén.
Señor, ten piedad. (3 veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; ahora y siempre, y por los
siglos de los siglos. Amén.
¡Oh más Honorable que los Querubines e incomparablemente, más
Gloriosa que los Serafines. Tú que sin corrupción, has dado a luz al Verbo
Dios; verdaderamente eres la Madre de Dios, a Ti magnificamos!
Seguido directamente por:
En el Nombre del Señor, bendice, ¡Oh santo padre!
Y en presencia del Señor Obispo:
¡En el Nombre del Señor, bendice, Monseñor!
El que preside
¡Que Dios se apiade de nosotros y nos bendiga, resplandezca la luz
de su Rostro sobre nosotros y nos tenga misericordia!
Lector:
Amén. Señor, ten piedad. (12 veces)
¡Oh Santísima Madre de Dios, sálvanos!
Nótese que en caso que varios sacerdotes participan del Oficio; dos de ellos, parados frente al iconostasio,
el primero ante el Icono de la Santísima Virgen y el segundo ante el Icono del Señor; intercalan las si-
guientes oraciones:
Primer Sacerdote:
¡Oh Señora, Virgen Pura, Novia de Dios Inmaculada! Tú, que con tu
Alumbramiento Milagroso, has unido al Verbo de Dios con la Humanidad;
y has ligado nuestra naturaleza caída con los seres Celestiales. ¡Tú! que
eres Única Esperanza de los desesperados, Ayuda de los oprimidos, Pro-
tección Lista para aquellos que acuden a Ti; ¡Oh Refugio de todos los Cris-
tianos! No me desprecies a mí pecador, envilecido enteramente por los
viciosos pensamientos, palabras y obras; que he llegado a ser, por falta de
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
voluntad, un indigno siervo y esclavo de los placeres mundanos. Pero,
como Tu eres la Madre de Dios que ama a la Humanidad; ten compasión
y apiádate de mí, yo tu siervo pródigo y pecador; y acepta de mis labios
impuros las súplicas que te ofrezco. Y por medio de la influencia maternal
que Tú tienes con tu Hijo, Nuestro Soberano y Señor, ruégale para que
abra sobre mí las alas de su Amor a la Humanidad, su Compasión y su
Bondad; y que sobrepase mis innumerables transgresiones y me vuelva
hacia el arrepentimiento, y me haga un fiel cumplidor de sus Mandamien-
tos. Y esté siempre presente conmigo; ¡Oh Misericordiosa, Compasiva y
Bondadosa!. Más, Protégeme, en esta vida presente, por el fervor de tu
Intercesión y Ayuda, alejando de mí las malas asechanzas de los adversa-
rios y condúceme a la Salvación. Y en la agonía de mi pobre alma, apresú-
rate a rodearme, apartando y dispersando las visiones de los malos
espíritus. Y en el terrible día del juicio, líbrame de los castigos eternos y de
los sufrimientos perpetuos; y preséntame como heredero del Honor In-
descriptible de la Gloria de tu Hijo Nuestro Dios; que obtendré por tu
Mediación y Ayuda, ¡Oh Santísima, Soberana mía Madre de Dios! Por la
Gracia, la Compasión y el Amor a la Humanidad de tu Hijo Unigénito,
Nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo a Quien es debida toda Gloria,
Honor y Adoración, junto a su Padre Eterno y su Santísimo, Bueno y Vivi-
ficador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Segundo Sacerdote:
Y concédenos, al acostarnos, Oh Soberano, el reposo del alma y del
cuerpo; Guárdanos del sueño vil del pecado y de todo placer tenebroso
nocturno. Apacigua los asaltos de las pasiones; apaga los dardos ardien-
tes del maligno, lanzados insidiosamente contra nosotros. Calma las agi-
taciones de nuestra carne y adormece nuestros pensamientos terrenales
ilusorios. Danos, Oh Dios, una mente alerta, un pensamiento puro, un co-
razón despierto y un sueño apacible libre de toda imaginación diabólica.
Y levántanos en la hora de la oración, firmes en tus Mandamientos, man-
teniendo siempre en nuestras almas el recuerdo de tus Preceptos. Y con-
cédenos palabras para glorificarte toda la noche, alabando, bendiciendo y
glorificando tu Honorablísimo y Majestuoso Nombre; Oh Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Primer Sacerdote:
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
¡Oh Gloriosa, Bendita Madre de Dios y Siempre Virgen María! pre-
senta nuestra oración a tu Hijo y nuestro Dios, rogándole, que salve, por
tu Mediación nuestras almas.
Segundo Sacerdote:
El Padre es mi Esperanza, el Hijo es mi Refugio y el Espíritu Santo es
mi Fortaleza; ¡Oh Santísima Trinidad, Gloria a Ti!
Primer Sacerdote:
En Ti he puesto toda mi esperanza, ¡Oh Madre de Dios!, guárdame
bajo las alas de tu Protección.
Nótese que, en la primera semana solamente, a continuación será leído el SANTO EVANGELIO,
como sigue;
Pero durante las otras semanas, directamente como en página 63.
Sacerdote o Diácono:
Para que seamos dignos de escuchar el Santo Evangelio, roguemos al
Señor.
Coro: Señor, ten piedad. (3 veces)
Sacerdote o Diácono:
¡Sabiduría! Estemos de pie y escuchemos el Santo Evangelio.
El Obispo o el que preside:
La Paz sea con vosotros.
Coro: Y con tu espíritu.
Sacerdote o Diácono:
Lectura del Santo Evangelio según San Juan.
Coro: ¡Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti!
Sacerdote o Diácono: ¡Atendamos! Y lee el Santo Evangelio
[JUAN 15: 1 - 8]
Dijo el Señor a sus Discípulos: “1Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre
es el Viñador. 2Todo sarmiento que en Mí no da fruto, lo corta, y todo el
que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. 3Vosotros estáis ya limpios
gracias la palabra que os he anunciado. 4Permaneced en Mí, como yo en
vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si
no permanece en la vid; Así tampoco vosotros si no permanecéis en Mí.
5Yo soy la vid; Vosotros los sarmientos. Él que permanece en Mí, y Yo en
él, ése da mucho fruto; Porque separados de Mí no podéis hacer nada. 6Si
alguno no permanece en Mí, es arrojado fuera, como el sarmiento. Y se
seca; Luego los recogen, los echan al fuego y arden. 7Si permanecéis en Mí,
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
y Mis Palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conse-
guiréis. 8La Gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis Mis
discípulos.”
Coro: ¡Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti!
Pero en las demás Semanas se procede así:
El señor Obispo o quien preside:
La Paz sea con vosotros.
Coro: Y con tu espíritu.
Sacerdote o Diácono:
Inclinad vuestras cabezas ante el Señor.
Coro: Ante Ti, Señor.
Sacerdote:
¡Gloria a Ti, Oh Dios Nuestro y Esperanza Nuestra, Gloria a Ti!
Lector:
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Señor, ten piedad. (3 veces)
En el Nombre del Señor, bendice Padre.
Sacerdote:
Oh Cristo Nuestro Verdadero Dios; Por la intercesión de la Santísima
Soberana nuestra, la Madre de Dios y Siempre Virgen María; Por el poder
de la venerable vivificadora Cruz; Por las súplicas de los poderes celestia-
les incorpóreos, del venerable glorioso y profeta precursor san Juan Bau-
tista, de los santos alabadísimos apóstoles, de los gloriosos y victoriosos
mártires, de nuestros teóforos padres revestidos de Dios, de san/ta
(Nombre) patrono/a de este santo templo, de los santos antepasados de
Cristo Joaquín y Ana y san/ta (Nombre), cuya memoria celebramos hoy y
de todos los Santos, ten piedad de nosotros y sálvanos porque eres un
Dios Bondadoso y amas a la humanidad.
El Sacerdote oficiante parado ante la mesa que lleva el Icono de la Madre de Dios, se inclina ante el que
preside y/o ante los presentes y dice: En Presencia del señor Obispo:
Bendice, ¡Santo Señor! y perdóname, a mí pecador.
Sino:
Bendecid, Oh Santos Padres y perdonadme, hermanos, a mí, pecador.
Todos Contestan:
¡Que Dios te perdone, Oh Padre Santo!
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Y a cada una de las siguientes peticiones, todos contestan, en voz baja:
¡Señor, ten piedad!
Oremos por la paz del mundo,
Por los cristianos ortodoxos piadosos,
Por los fieles gobernantes y los ejércitos amparados por Cristo,
Por nuestro Padre y Obispo, Arzobispo, Metropolita o Patriarca
(…Nombre…) y por todos nuestros hermanos en Cristo,
Por los ausentes de nuestros padres y hermanos,
Por los que nos odian y los que nos aman,
Por los que se apiadan de nosotros y los que nos sirven,
Por los que nos encomendaron a nosotros, indignos, orar por ellos,
Por la liberación de los cautivos y por su salvación,
Por los que viajan por tierra, mar y aire,
Por los postrados a causa de las enfermedades,
Suplicamos también por la abundancia de los frutos de la tierra, y por
las almas de todos los fieles Cristianos Ortodoxos.
Celebremos a los fieles gobernantes, a los prelados ortodoxos; a los
que edificaron este Santo Templo; y a todos los difuntos de nuestros pa-
dres y hermanos que descansan aquí y en todo lugar, digamos por ellos:
Todos contestan: Señor, ten piedad. (3 veces)
El que preside: Oración al Señor
Perdona, Señor, a los que nos odian y dañan. Haz bien a los que
hacen el bien. Concede a nuestros hermanos y parientes todos los medios
de la salvación y vida eterna. Visita a los que están enfermos y concédeles
el restablecimiento. Acompaña a los que viajan por tierra, mar y aire. Per-
dona los pecados a los que nos sirven y son compasivos con nosotros. Y
según Tu Gran Misericordia, ten piedad de los que nos encomendaron a
nosotros pecadores a rezar por ellos. Acuérdate, Señor, de nuestros padres
y hermanos difuntos, concédeles el descanso donde brilla la luz de Tu
Rostro. Acuérdate, Señor, de nuestros hermanos cautivos y líbralos de to-
do sufrimiento. Acuérdate, Señor, de los que traen los frutos de la tierra y
de los que hacen buenas obras para con tus santas Iglesias y concédeles
todos los medios de la salvación y vida eterna. Acuérdate, Señor, de noso-
tros pecadores, humillados e indignos siervos tuyos; Y alumbra nuestras
mentes con la luz de Tu Sabiduría, conduciéndonos hacia los caminos de
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Tus Mandamientos. Otorga la paz a Tu pueblo y la unión de Tus santas
Iglesias. Bendice a los que Te bendicen y santifica a los que confían en Ti;
Glorifícalos con Tu Divino Poder y no nos abandones a nosotros los que
confiamos en Ti. Acuérdate, Señor, de nuestros padres, de los sacerdotes,
de nuestros gobernantes, de los ejércitos cristianos y de todo Tu pueblo.
Por las oraciones de Tu Purísima Madre, nuestra Soberana Señora la San-
tísima Madre de Dios y Siempre Virgen María y de todos los santos, Por-
que Tú eres bendito por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Y el Coro canta el
Tropario del Arcángel Gabriel
Tono Tercero
“Gabriel, maravillado de la hermosura de Tu Vir-
ginidad; y del sublime esplendor de Tu Pureza;
Exclamó diciendo: ¡Oh Madre de Dios!
¿Qué alabanza, digna de Ti, puedo yo ofrecerte?
¿Cómo podría nombrarte acorde a Tu Dignidad?
Más, me quedo perplejo y asombrado.
Pero según la orden que he recibido, a Ti exclamo:
¡Salve, Oh Llena de Gracia!”
Mientras el coro canta, si el señor Obispo está presente, venera al Icono de la Santísima y al terminar el
canto del Tropario, bendice a los fieles mientras el coro canta:
A nuestro Pastor y Obispo, Arzobispo, Metropolita o Patriarca, muchos
años de vida. Señor, protégelo a él. Y sigue
¡Muchos años de vida, Monseñor! (3 veces)
Sacerdote: En presencia del Señor Obispo:
Por las oraciones de nuestro Santo Padre, ¡Oh Señor Jesucristo, Dios
Nuestro!, ten piedad de nosotros y sálvanos. Sino:
Por las oraciones de nuestro Santos Padres, ¡Oh Señor Jesucristo, Dios
Nuestro!, ten piedad de nosotros y sálvanos.
Todos: Amén.
Luego, el Sacerdote levanta el Icono de la Santísima Madre de Dios, y lo presenta a la veneración de los
fieles.
Mientras tanto, el coro repetirá, las veces que sean necesarias, el Tropario del Arcángel Gabriel.
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EL AKÁTHISTOS - LA ALABANZA A LA MADRE DE DIOS
Presbítero Suheil Atanasios Salhani
DEPARTAMENTO DE CULTURA Y DIFUSIÓN
ARQUIDIÓCESIS DE BUENOS AIRES Y TODA LA
REPÚBLICA ARGENTINA
IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA ORTODOXA
de ANTIOQUIA
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